Imagina la mañana. Tu taza. Tu ritual.
Preparas el café — tu favorito, sin prisas. Con cuidado. Con atención plena. Mueles los granos en el molinillo. Inhalas el aroma. Esperas a que el agua alcance la temperatura perfecta. Sirves. Y tomas ese primer sorbo. Ah… qué rico.
Ese primer sorbo es el momento en que el mundo aún no hace ruido. Aún no hay obligaciones. Aún solo eres tú.
Pero… ¿qué pasa si te saltas ese primer sorbo? Si corres directamente hacia las responsabilidades, las tareas, las necesidades de los demás…
Tu taza queda vacía.
Y entonces, pasas el resto del día intentando servir desde lo vacío.
Yo ya lo sé: me vuelvo insoportable si no tomo mi bulletproof coffee por la mañana, si no paso al menos 20 minutos volcando mis pensamientos en mi libreta, escribiendo con mi boli favorito. Siento como si alguien me hubiera quitado algo. Me pongo nerviosa, irritable. ¿Cómo voy a estar disponible para los demás si desde la mañana no he hecho nada para mí?
Por eso lo cuido. Celebro mis mañanas.
Unos minutos de respiración consciente antes de levantarme , mi intención personal para el día, la preparación de mi café… y después, esos quince o veinte minutos con mi libreta.
Así empiezo casi cada día. Simple pero poderoso.
Eso hace más por mí, que cualquier técnica de sanación revolucionaria.
Así es como me sano, cada día.
Comienzo el día con intención , para no quedar atrapada en las intenciones de los demás. Decido cómo quiero sentirme al irme a dormir desde el momento en que despierto.
Eso es poder, ¿lo sientes?
No me pregunto cómo conseguiré lo que quiero; simplemente decido y suelto.
Cuando paso así los primeros momentos de la mañana, no importa cómo sea el resto del día: siempre es, al menos, un buen día.
Y al acostarme, siento exactamente lo que decidí por la mañana: satisfacción, plenitud, alegría y gratitud.
Y, además, voy a dormir con las ganas de despertarme, descansada, para preparar otra taza de café.
Tan simple… y al mismo tiempo, tan poderoso.
Prueba hoy mismo.
Planea tu mañana. Levántate solo 5 minutos antes para respirar profundamente, conscientemente.
O simplemente para decidir cómo quieres sentirte hoy.
Haz este pequeño ejercicio durante 7 días seguidos. Y cuéntame tu experiencia. Estoy segura de que tendrás mucho que compartir.

Cuidarte es como ese primer sorbo del día.
No puedes dar a otros lo que te niegas a ti misma.
No puedes actuar desde amor si solo das desde la obligación, desde el agotamiento, desde el “tengo que”.
No necesitas cambiar toda tu vida de golpe.
A veces, solo hace falta ese primer sorbo consciente de café, en silencio, en calma.
¿Tienes algún ritual con el que comienzas tu día?
Cuéntamelo y lo compartiré en el próximo boletín.



