Das mucho, recibes poco… y aún así sigues dando.

Dar demasiado: cuando dar te desconecta de ti

¿Conoces a esas personas que dan y dan?
Siempre disponibles para los demás, ayudando, gestionando, resolviendo los problemas de otros…
Nunca piden nada a cambio, pero las ves agotadas, frustradas, quemadas.
¿Conoces a alguien así… o tú eres una de ellas?

Dar puede ser un acto de amor, pero cuando se convierte en una forma de sobrevivir o sentirse útil, empieza a desgastar. En este artículo quiero hablarte de ese punto invisible en el que el dar sin medida deja de nutrir y empieza a vaciarte.

Cuando dar se vuelve una forma de buscar amor

Muchos creemos que damos porque nos gusta, porque “somos así”. Pero en realidad, casi nunca damos de forma completamente desinteresada.
A veces damos para ser vistos, para sentirnos valiosos, o porque inconscientemente creemos que si no damos, no merecemos amor.

Dar demasiado puede convertirse en una estrategia emocional:

  • a veces nace de la falta de merecimiento (“si doy mucho, tal vez me quieran”),
  • otras de confundir amar con necesitar (“si no genero dependencia, nadie se quedará”),
  • y también de necesitar sentir control o utilidad, para no enfrentarnos al vacío o a la incertidumbre.

Pero cuando das desde el miedo, no estás amando: estás intentando asegurar tu lugar.
Y eso siempre termina en agotamiento.

La importancia de reconocer tus propias necesidades

Puede que disfrutes de dar, que incluso sientas plenitud en ello —y está bien.
Pero si no quieres quemarte ni decepcionarte, el primer paso es recordar que tú también tienes necesidades.

Nadie vendrá a preguntarte qué necesitas, porque tú misma enseñaste al mundo que eres la persona que siempre da, que siempre está disponible.
Por eso, cuando reconozcas tus propias necesidades, créate tú misma el espacio y el tiempo para atenderlas.

👉 Si tú no te respetas, no esperes que los demás lo hagan.
Y créeme: no lo harán.

Dar sin agotarte: el equilibrio verdadero

Cuando logras nutrirte de verdad, dar se vuelve algo ligero y sincero, y deja de llevarte al agotamiento.
Es entonces cuando empiezas a recibir gestos espontáneos de amor y gratitud de las personas que te rodean,
porque ya no nace de la obligación, sino de algo natural y recíproco.

Dar desde el equilibrio no te resta energía, la multiplica.
Y solo así el autocuidado consciente se convierte en una verdadera forma de amor propio.

Dar Demasiado vs Dar en Equilibrio

Un pequeño ritual para reconectar contigo

Si hace tiempo que no te detienes a pensar en lo que realmente necesitas, aquí tienes un pequeño ritual para empezar:

Nada más despertar, toma tres respiraciones profundas y lentas contando hasta cinco.
Lanza al espacio estas preguntas:

  • ¿Qué deseo?
  • ¿Qué es importante para mí?
  • ¿Qué me hace feliz?

Y solo entonces levántate.
El resto del día, observa con atención: las pistas están por todos lados.