Hoy quiero hablar sobre un tema grande: el AMOR. Entonces prepárate un café porque sea largo.
Es imposible pasar por el proceso de sanación sin tocar el tema de amor. Todos lo buscamos, lo necesitamos y lo queremos. Incluso si me dices que no te interesa el amor, no te creeré. Y sí, es un tema muy complejo, no apto para reflexionar en un solo artículo. Por eso, lo he estado pensando en los últimos días y no sabía por dónde empezar.
Pero hay algo que quiero compartir, algo muy personal: mi relación con el AMOR. Entonces, empezaré desde el principio.
Siempre he sido una niña querida. Pasaban cosas en mi casa, entre mis padres, dentro de mi familia, no siempre muy armoniosas. Cada uno hacía lo que podía. Por fuera, todo parecía bastante bien y normal. Pero entonces, ¿por qué tanta exigencia en mi?, ¿por qué falta de aceptación y valoración?, y además, una falta de confianza brutal. Con todo lo que he recibido debería andar por la vida con un flow y sin límites. Pero no fue el caso. ¿Por qué?
Me sorprende que podía tener los ojos tan cerrados. Estaba tan obsesionada con mi dolor de no haber recibido todo (o no en la forma que quería) que no veía lo que tenía frente a mí. Empezando desde el principio.
Family Tree – expectativas no siempre cumplidas
Mi madre, cuando se dio cuenta de que estaba embarazada, no le hizo mucha gracia. El parto y la infancia de mi hermano fueron muy duros para ella por varias razones. Cuando le dijeron que empezaba una nueva vida en su vientre, pues no saltaba de alegría, por decirlo así. Cuando nací, todo cambió. Tengo recuerdos de mucho cariño con mi madre, mucho amor, aceptación y apoyo en todo lo que hacía. Pues había amor. No desde el principio, lo que evidentemente me marcó. Quedé con un agujero impresionante en mi pecho y con el patrón en mi subconsciente de que no estoy suficiente para estar en este mundo. Imagínate. Una experiencia tan simple como un embarazo no buscado podría afectar tanto a mi camino, incluso como persona adulta.
Mi padre, una persona complicada, especialmente en relación con mi madre. Una relación que hasta hace poco no entendía y juzgaba bastante. Al final, sus problemas no tenían nada que ver conmigo. Pero como me puse del lado de mi madre, que era la parte más vulnerable, me bloqueé al amor de mi padre. Borré de mi memoria todos los recuerdos de compartir con él, de aprender de él, de pasar tiempo con él, jugando, paseando, cantando… Lo borré todo y a partir de ese momento rechacé todo lo que me ofrecía. Me encerré en el dolor, el juicio y la confusión.
Mis abuelos. Los abuelos paternos eran gente muy sencilla. Mi abuela no sabía ni escribir. Su relación con mi abuelo estaba marcada por violencia y abuso. Mi abuelo murió cuando yo tenía 9 años. Me quedé solo con las leyendas de él, de cómo trataba a su mujer, sus borracheras e historias no muy agradables. Otra vez. Su relación con mi abuela no tenía nada que ver conmigo. Pero yo, me puse del lado de ella (como la más vulnerable) y rechacé todo de mi abuelo. Otra vez borré todos los recuerdos de pasar tiempo con él. A veces pensaba… ¿para qué era este abuelo? No me sirvió para nada. Bueno, para traer decepción, eso sí. Porque no tenía nada que ver con la imagen de abuelo que yo tenía en mi mente (de los libros y películas).
Los abuelos maternos ya eran otra historia. Llevaban una vida bastante simple pero plena a la vez. No necesitaban mucho para sentir que tenían todo. Aquí sí que yo tenía un héroe: mi abuelo. Siempre alegre y seguro a la vez. Nunca hizo daño a nadie, pero sabía muy bien poner sus límites y defender lo que era importante para él. Tenía un montón de aventuras de la época de antes de la guerra, cuando se fue a vivir a Francia para volver después de unos cuantos años porque solo quería casarse con una polaca. Encontró a mi abuela y se casaron. Luego, durante la guerra, los alemanes lo llevaron con sus caballos a la guerra con Rusia. Escapó y volvió caminando miles de kilómetros durante casi un año. Desde entonces, su granja era su reino. Después de ver tantas cosas en el mundo y vivir experiencias muy extremas, no había mejor paraíso para él que su mujer, su casita y el campo. Murió a los 101 años. Sano. Sin ninguna enfermedad.
Como puedes imaginar, este personaje sí que me impresionaba. Lo puse en un pedestal como el único de toda mi familia que me podría aportar valor. En oposición a su mujer, mi abuela, una señora que siempre andaba muy nerviosa, tensa y estresada. Era ella quien siempre nos regañaba por subir a los árboles, tocar las cosas que supuestamente no eran para niños, etc. Pues a ella también le puse una cruz, pensando que no me sirvió para mucho.
Todos tenemos esta necesidad romántica de ser fruto del amor verdadero. Pues románticamente no ha sido mi caso. Hay casos peores: niños que nacen de un abuso, niños abandonados y no atendidos en sus necesidades básicas.
Todos somos frutos del amor incondicional
Aquí empieza el cambio. Nadie nos dice que simplemente por el hecho de que estamos aquí ya es un gran acto de amor incondicional. Si no hay amor, el vientre de la mujer no se abre para aceptar la semilla de un hombre. Si no hay amor, el embarazo no se sostiene para llegar al parto. Si no hay amor, el niño no crece.
Reflexiona sobre esto. Lo que te estoy explicando no es algo que va de la mano con las historias de películas románticas. Qué fácil es ponerse en la piel de víctima y pasar la vida quejándose, culpando a los padres, hermanos, parejas, dejando el poder interior en manos de los demás. Por eso ahora te digo, escúchame. El amor está por todos lados. Abre los ojos y tu corazón para sentirlo. Deja las expectativas, el juicio, la decepción y da una vuelta con la esperanza.
Yo lo hice. Y esto es lo que entendí.
Aceptación & Comprensión
Mi madre, traumatizada con el parto brutal de mi hermano mayor, no sabía ser feliz por quedarse embarazada otra vez. ¿La puedo culpar por eso? Después se dio cuenta de que yo era un regalo para ella y me rodeó de su amor.
Mi padre, no sabía gestionar la relación con mi madre. No se permitió disfrutar mucho de su matrimonio. El ejemplo que tenía tampoco era grande. ¿Lo puedo culpar por eso? Elijo no culpar. Hizo lo que sabía y podía y esto al final no tenía nada que ver conmigo. Yo sí que he recibido mucho amor de su parte, aceptación y no juicio. Pues yo no hice lo mismo. Lo único que tenía para él eran reproches y expectativas no cumplidas. Todo el amor que me ofrecía, ahora me abro a sentir.
Mi abuelo paterno, igual que mi padre, no sabía disfrutar de la relación con su mujer. No es culpa de nadie, ahora lo veo así. Elijo recordar mis momentos con él, cuando me enseñaba a jugar al póker, contar hasta mil y comer patatas cocidas en el fuego.
Mi abuela materna, con una vida llena de experiencias muy duras (como la guerra y la pérdida de su hijo entre otras), no sabía enseñar amor de otra forma que protegiéndome. Ahora lo entiendo así. Me abro a los recuerdos que es ella que me enseño cuánto amor puedes recibir de los gatos y perros si los tratas con respeto. Cuánto amor trae una flor que estás cuidando con tus manos. Qué importante es vivir en armonía con la naturaleza que nos rodea. Qué paz y calma puede traer estar conectada a la belleza de la tierra. Lo estoy descubriendo ahora, porque durante todos estos años pensé que no me traía valor. ¡Qué error! Pero mejor tarde que nunca 😉
Con mi abuela paterna y mi madre, he aprendido que no es el rol de una niña defender a una persona adulta. Que rechazando el amor de mi padre y de mi abuelo, no estoy ayudando a nadie, solo me estoy haciendo daño a mí misma. No hay mejor remedio para todo que el amor. Cada uno hace lo que puede. Ahora entiendo que pasé años con el juicio en mi corazón, en vez de puro amor. Cerrándome al amor de estos hombres, me cerré al amor en general. Como este mundo era tan malo, yo me iba a protegerme para que nadie me pudiera hacer daño. Cerré los ojos y sentimientos, para ir por la vida como un zombi, sintiéndola a través de una armadura.
¿Te atreves a adoptar una nueva perspectiva?
Te explico esta historia por si tú sigues con la tuya (por cualquier razón). Te recomiendo reflexionar. ¿De qué te estás protegiendo?, ¿adónde te lleva?, ¿has podido protegerte de todo el sufrimiento? Porque si no, vale la pena probar algo diferente, a ver qué ocurre. En vez de siempre estar buscando una forma idealiza del amor, encuartela, porque esta a tu lado.
Deja los juicios. Eso te permitirá abrir los ojos para el amor que ya tienes, para ese amor que los que te rodean intentan ofrecerte de la manera que pueden. Todo sirve. Abre tu corazón y recibe. Llénate tú para poder compartir con los demás.
En Naturaleza hay amor incondicional suficiente para todos
Si ves que te pierdes y no sabes por dónde empezar, conecta con la naturaleza. Un paseo por el bosque vivo, lleno de plantas, flores, árboles, animalitos e insectos te puede recordar la perfección y belleza de nuestro mundo. Esta belleza no podría existir sin el amor. Sal de tu casa, huele una flor, sumérgete en el mar, mira el cielo por la noche. ¿Ves la perfección, la complejidad, el sistema donde cada parte viva de este mundo tiene su función? Como andas por la misma tierra, también la tienes. Esto no te lo puede quitar nadie.
Te dejo con una canción que me recuerda muchas veces no cerrar el corazón, de sentir y aunque mi mente a veces se rebele, sigo confiando en que todo está perfecto tal como es. Yo también.
Recuerdo que este Viernes – 12 de Julio a las 20 horas junto con Olga de OM YOGA hacemos el Taller: Resetea & Recarga. Es el único taller que vamos a hacer este verano. El programa incluye: Respiración Consciente, Limpieza Energética, Yoga Suave, Mensaje del Oráculo y Meditación con Tambor Chamánico. Las plazas son limitadas. Aportación: 30 EUR. Reserva tu plaza al tel. 611 660 620
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