El miedo al rechazo es uno de los más primarios que existen. Pertenecer al grupo, ser aceptado, es sinónimo de sobrevivir.
Durante miles de años, para un humano, estar fuera del grupo, la comunidad o el pueblo significaba la muerte. Por eso, hoy nos duele tanto y sentimos que nos rompemos en mil pedazos cuando alguien no nos quiere.
Por eso hacemos cosas que dejan poco margen al respeto propio: con tal de quedarnos con esa pareja, obtener la aceptación de ese padre o la atención de ese jefe.
Pero la vida es un cambio permanente. Todo fluye y está en constante movimiento. Lo mismo ocurre con nuestras relaciones: cambian, se transforman, crecemos, evolucionamos. Es completamente normal que parejas, amistades y relaciones familiares también lo hagan.
Cuando alguien nos deja, es difícil no sentir dolor, no caer en el victimismo y la autocompasión. Cuando la decisión de romper no es mutua, siempre hay uno que queda herido y con su autoestima dañada.
Si no me quiere, no soy digno de amor.
¿Qué he hecho mal? ¿Podría haberlo hecho mejor? ¿Hay algo más que podría hacer para que se quede, para que siga amándome?
Pobre de mí, me quedo solo/a, nadie quiere estar conmigo, algo no está bien en mí, tengo un fallo.
Todos son felices a mi alrededor y solo a mí no me funciona.
Ese hijo de p… ¿Cómo se atrevió a dejarme? ¡Si soy lo mejor que le ha pasado! Se va a arrepentir. Ya volverá de rodillas a pedirme perdón…
¿Te suenan estos pensamientos? ¿Qué más agregarías?
Cuando me pasó a mí, observé todo este proceso en mi mente. Primero, confusión. Luego, dolor y nostalgia. Y al final, enfado.
¿Cómo salir de una experiencia así como una ganadora y en paz?
La verdad es que solo puedes influir en tu perspectiva, no en la de la otra persona. Si alguien toma una decisión y ves que no hay vuelta atrás, te quedas con tus pensamientos y emociones. Y es hora de gestionarlos.
Reflexionando sobre esto, me vino a la mente… Donald Trump. Sí, lo sé, suena raro. Pero piénsalo: este hombre recibe odio y ridículo a diario. Y aun así, ¡qué nivel de amor propio tiene! Sigue adelante con lo suyo, sin rendirse, hablando sin filtro, sintiéndose el más listo e inteligente del mundo. No estoy diciendo que sea una buena o mala persona, no se trata de eso.
Intentando abrazar mi dolor tras la pérdida, me puse a pensar en él y sentí… celos. Sí, quiero esa autoestima, esa admiración por mí misma, esa seguridad y confianza de que, pase lo que pase, sigo confiando en mí, sigo viéndome como una persona capaz de atraer lo que desea. Que la opinión de los demás NUNCA influya en cómo me siento conmigo misma. Estoy segurísima de que, cuando se mira al espejo cada mañana, lo hace con admiración absoluta.
Eso es lo que quiero.
Realmente, eso es lo que somos: perfectos en nuestras imperfecciones. Y aprendemos unos de otros para evolucionar.
Ayer hablé con una amiga que me contó que su pareja, de repente, decidió terminar la relación (relativamente nueva). Sin previo aviso, sin muchas explicaciones, simplemente se fue.
Ella lo tomó con calma: Entiendo que ya no estamos en el mismo camino. Vi algunas señales. Él lo hizo así, pues la vida sigue. No estábamos destinados a estar juntos. Me sorprendió que durara tan poco, pero lo disfruté mientras fue bonito. Y ya está. La vida sigue y me trae nuevas oportunidades, que siempre son muchas. Algo tiene que terminarse para que se abra la puerta a lo nuevo.
Si te aferras al dolor y al victimismo, te aseguro que no verás esas oportunidades. Llora lo que necesites, permítete sentirlo todo: tristeza, dolor, rabia… y luego suéltalo. Un día te despertarás y recordarás que hay 7 mil millones de personas en este mundo, y aún te queda mucho por descubrir.
Reflexiona sobre cómo esta relación te ha enriquecido, sobre los momentos hermosos que compartieron. Si ves fotos del pasado juntos y sientes un nudo en el pecho, agradécelo. No te hundas en ello. Es el apego a lo conocido, el apego a una visión de la relación que probablemente hace mucho que ya no existía. Es el ego diciéndote que siempre tienes que ganar, que ser «la mejor». Y si te han dejado, el ego se rebela.
Pero tú no eres tu ego. Eres mucho más que eso.
Permítete sentirlo todo. Respira profundo, pasea por la playa, equilibra tus emociones. Y así, ganas.
Confía en que la vida tiene nuevas experiencias para ti, aún más ricas, aún más emocionantes.
Si miras atrás y observas ese rechazo, quizás hoy entiendas por qué ocurrió, por qué tenía que terminar para que pudieras convertirte en la persona que eres gracias a esa experiencia. Ahora ves que es imposible tener a esa persona en tu vida. Es lo que hace la perspectiva.
Mira el espejo y dicelo a tu misma – ¡Qué guapa soy, cómo me amo! Qué ganas tengo de pasar el día conmigo, porque soy única y no hay otra como yo. Piensa que diría Donald en este momento ????????.
Si quieres, cuéntame tu historia. Te ayudo a tomar una nueva perspectiva.