Hoy quiero contarte un poco más sobre mí. Uso este newsletter no solo para compartir mi conocimiento, sino también para invitarte a participar en talleres, retiros o sesiones de terapia conmigo. Creo que cuanto más conozcas mi historia, más confianza podrás tener en mí.
Soy de Polonia y tengo 45 años. Tengo dos hijos y llevo muchísimos años con la misma pareja. Si te digo cuántos, no me lo vas a creer.
En 2010, decidimos dar un cambio radical a nuestra vida y mudarnos a España.En Polonia vivíamos bien: teníamos un piso maravilloso en el centro de Cracovia, un trabajo que me gustaba mucho y, en teoría, no nos faltaba nada. Un trabajo con contrato indefinido, una pareja estable, un hijo pequeño, un piso con hipoteca. Pero algo no estaba bien. No sabía exactamente qué. ¿Aventura, quizás? ¿Sentirme viva? Tenía esta sensación de que mi vida ya estaba escrita y que no me esperaba nada más. ¿Otra promoción, otra casa, tal vez otro hijo? Era difícil aceptar que «esto ya es todo».
Así que, cuando a mi marido le ofrecieron un trabajo en Barcelona, dijimos: ¡Hell, YES!. Teníamos que intentarlo, aunque fuera solo por unos meses. Necesitábamos un cambio de ambiente, de perspectiva, de inspiración para ver si había algo más para nosotros. Alquilamos un piso, yo pedí una excedencia en mi trabajo y empezamos un nuevo capítulo.
Ese capítulo fue muy difícil. Yo, sin trabajo, con el niño todo el día, sin conocer a nadie, sin hablar bien el idioma y con todos los retos que implica vivir en una cultura tan distinta a la mía. Fue un desafío, pero, después de un año, las cosas empezaron a fluir. Encontré trabajo, conocí gente y comenzamos a disfrutar de vacaciones en los lugares más maravillosos del mundo. Todo parecía ir bien.
Pero había un problema: el trabajo. Poco a poco me di cuenta de que trabajar en empresas multinacionales no me llenaba. Lo hacía bien, pero imaginarme haciendo lo mismo hasta el final de mi vida laboral me daba pánico. Así que comencé a buscar.
Uff… ¿cuántas veces tienes que empezar de nuevo, probar y experimentar hasta encontrar tu verdadero camino? Varias, al menos en mi caso.
Probé ser blogger: creé un blog en polaco sobre Barcelona y la vida en España, que entre 2012 y 2016 fue muy popular en Google. Pero al final me cansé de ser una especie de oficina de información turística para todos los que venían aquí, y no encontré la manera de monetizarlo.
Después, volví al mundo de las multinacionales. Lo dejé para asociarme en una agencia de marketing online. Al principio todo iba bien, pero me di cuenta de que tampoco era lo mío. Aprender sobre algoritmos se me hacía pesado y, al final, me aburrí. Otro proyecto era ser una consultoría para las empresas de Polonia que quieren hacer negocio aquí en España. Tampoco funcionó.
Regresé una vez más a una gran empresa como project manager. Tenía un jefe fantástico, un sueldo genial y un proyecto interesante.
Ese año hicimos un viaje familiar a California. Recorrimos lugares increíbles: San Francisco, Big Sur, Sequoia Park, Las Vegas, Los Ángeles… Y cuando llegamos al Gran Cañón, no había mucha gente (bueno, también porque es gigante). Miré ese agujero enorme e impresionante y… no sentí nada. Nada.
Intenté convencerme de que sí, que me gustaba, que me impresionaba, que era una maravilla. Pero nada. Era como si lo estuviera viendo a través de un vidrio, incapaz de conectar y sentir la naturaleza en todo su esplendor.
Ese fue el momento en el que tuve que admitir, para mí misma, que no estaba bien. Que no podía seguir mintiéndome, pretendiendo ser feliz cuando no lo era. Sentía que estaba viviendo una vida en la que solo hacía ver que vivía.
El problema era que no sabía QUÉ estaba haciendo mal?! Había hecho todo “by the book”: pareja, trabajo, hijos, incluso un piso con vistas al mar!!!… pero no me sentía feliz. Y encima, me sentía culpable por no serlo. Era un círculo vicioso del que no sabía cómo salir. «¡Lo tengo todo! ¿Por qué no soy feliz?»
Y aquí empieza otro capítulo de mi vida, que te contaré en el próximo newsletter…
