¿Cuándo fue la última vez que te sentiste perdida en el tiempo, sin darte cuenta de que pasaban los minutos, incluso horas? Haciendo algo que te hizo entrar en ese estado de flow, que te hizo sentir… viva.
La niña artista
A mí me pasaba esto cuando ponía todos mis instrumentos de pintura en la mesa de la cocina, cuando tenía 8 o 9 años. Estaba sola, nadie me molestaba, y pintaba todo lo que me daba la gana, sin ningún juez que dictara si el dibujo era bueno o malo. ¡Qué bien lo pasaba! Luego, los dibujos se quedaban en un cajón para finalmente terminar en la basura. Pero esto no me importaba en absoluto. Lo que me hacía feliz era el momento de crear con total libertad.
Con el tiempo, esa pequeña artista dentro de mí fue apagándose poco a poco… por comentarios de padres, profesores, amigos: “Eso no es tan fácil, no funciona así, de eso no se puede vivir, nunca lo harás tan bien como…” y así, un triste y constante proceso. La artista en mí no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir; era demasiado joven, inocente y confiaba mucho en lo que decían los adultos.
Crear sin juicio y sin expectativas
Ahora, cada vez más, intento buscar a esa niña artista. La echo de menos. Me hace falta casi como el oxígeno. Cuanto más me abro a dejar de juzgarme, a vivir libre con todo lo que soy, más busco esa sensación de flow, que solo puede aparecer cuando dejas la autoexigencia y el juicio muy, muy de lado. Ella vuelve a aparecer cuando empiezo a crear sin apego al resultado, solo para disfrutar el momento, sin buscar aceptación ni atención.
El flow
De adulta, esta sensación de estar en flow me sucede cuando estoy esquiando. Me gusta ir rápido; en ese momento, mi enfoque está 100% en el presente, en mis esquís, mis bastones y el camino frente a mí. Estoy creando, moldeando cada segundo. No pienso si estoy esquiando bien, según las reglas o con la postura correcta. Me da igual. Solo quiero el placer de ir rápido en el silencio de la nieve que me rodea. No existe nada más, solo ese momento presente. ¡Siento que no tengo ningún límite! Cómo descansa mi mente en esos momentos; eso no tiene precio.
También conecto con mi artista interior cuando tengo a un paciente en mi camilla: ya relajado, respirando profundamente, con la música de fondo. En ese instante, no existe nada más, solo las cuatro paredes de mi consulta, yo, esa persona y el momento presente. Me siento como una artista en flow, limpiando, equilibrando, conectando, bailando con la energía de esa persona, observando cómo cambia, se relaja, suelta, se armoniza.
Despierta la artista que vive en tí
¿Y tú? ¿Piensas a veces en despertar a la artista que reside en ti? Puede ser al escribir en tu diario, cantar en la ducha, modificar tu ropa antigua, cocinar un plato nuevo, intentar una postura de yoga más avanzada, navegar en un barco etc.
¿Te permites esos momentos que, aunque aparentemente “inútiles,” te hacen conectar con tu esencia y sentirte libre y sin límites?
Si te falta esa conexión con la increíble artista que también eres, pregúntate: ¿Qué me apasiona? ¿Qué me emociona?
I-N-S-P-I-R-A-T-E, empieza hoy, haz algo diferente, algo nuevo, algo solamente para tí.
Prepárate tú ☕️ y mira este video por al menos 10 minutos. Esta chica no crea música, ella ES música ????