Me doy cuenta de algo: desde siempre nos enseñan a buscar soluciones fuera de nosotros.
– Que sea el médico quien me diga qué me pasa.
– Que sea el terapeuta quien resuelva mi problema.
– Que la pastilla que tomo me traiga alivio.
Estamos acostumbrados a ese modelo. Y cuanto más caminamos por ahí, más nos enredamos. Vamos de especialista en especialista, cuando en realidad… la respuesta está dentro. Pero casi nadie se sienta en silencio para mirarse, para preguntarse: ¿qué me está pasando de verdad?, ¿qué ocurre dentro de mí?
La única persona que puede nombrar eso soy yo misma.
El modelo de buscar soluciones fuera
El dolor de cabeza es un ejemplo perfecto. Queremos que se vaya, rápido. La pastilla nos trae alivio. Pero si vuelve, termino dependiendo de la pastilla y del médico que me la receta. ¿Y si en realidad no necesito la pastilla? Entonces me toca sentarme con el dolor, permitirle estar, escuchar lo que quiere mostrarme. No hundirme en la pena, sino escucharme. Es un trabajo exigente. La pastilla es más fácil. Yo también caigo en esa tentación.
El cuerpo y la vida nos piden escucha
Lo mismo pasa en la terapia. Veo a personas que, si en uno, dos o tres meses no cambian un problema que cargan desde hace 20 o 30 años, se frustran. Y saltan a otro terapeuta, otro médico, otro método. En vez de parar, quedarse en silencio, hablar consigo mismos, conectar con la naturaleza. Siempre parece más fácil empezar de nuevo en otro sitio, que quedarse y profundizar.
Y esto lo podemos llevar a otras áreas de la vida.
Quieres reinventarte: ya no como administrativo, sino como health coach, fotógrafo, profesora de yoga… y quieres que pase hoy, ahora mismo. Pero tras unos meses, si no es como en Instagram —rápido, bonito, abundante— te desanimas. Y abandonas. Y vuelves a lo que ya no quieres. Y culpas a todo… menos a ti, que caíste en la trampa de creer que todo es inmediato.
Meditación para recuperar tu poder
Conocerte, transformarte, sanar… funciona igual. La respuesta está dentro. Y cada día puedes dar un paso hacia ti. Estar unos minutos en un espacio donde no debes nada, donde todo es posible, donde recuerdas quién eres. En silencio, en la naturaleza, en la respiración.
Todas las personas que miras con admiración han pasado por ahí. No en un mes, ni en un año. Siguen en el proceso. Y cada día, pase lo que pase, vuelven a elegirse a sí mismas, a sus pasiones. Sin garantías de resultados. Sin saber si será como sueñan.
Ese acto —ponerte primero cada mañana, antes que tus hijos, tu pareja, o las novedades de Instagram— ya es la victoria. Entonces eres inamovible. Una roca que ni un terremoto puede desplazar. Pero una roca viva, con un corazón que late fuerte, con una voz interior clara, abierta a lo que sucede alrededor.
Eso es TEMPLANZA: vivir, saborear, experimentar… sin perderse en nada. Simplemente estar.
Aprende conmigo
✨ ¿Y tú? ¿Te atrae esta perspectiva?
En noviembre abriré un pequeño grupo para un curso de meditación.
¿Quieres que te avise cuando tenga todos los detalles?



