¿Cómo aprendo a respetarme? Me preguntó esta semana uno de mis pacientes.
Claro, una cosa es darse cuenta de que la gente no me trata bien, que no respeta mis límites porque yo no me respeto. Y otra muy distinta es aprender a respetarse.
Al final, todo comienza y termina con el amor propio. Si me amo, me respeto; si me respeto, pongo límites y cuido de mi bienestar.
Nos cuesta mucho llevar a cabo pequeños actos de amor propio, como: escaparnos un par de horas para hacer un taller de yoga y rituales de limpieza energética; ir un fin de semana a un retiro; pasear por la playa observando la puesta de sol; o pintar una obra extraordinaria con números. Son pequeños placeres que nos hacen sentir más conectados, más relajados, más en paz.
¿Pero por dónde empezar si vives una vida entregada a los demás, a las necesidades de tu familia, tu trabajo, tus amigos? Si lo único que sabes hacer es ponerte al final de la lista en tu misión de complacer a todos.
Hoy, en este momento de mi vida, no puedo decirte que hay una fórmula mágica para cambiar de un día para otro: de no respetarte a respetarte, de no amarte a amarte. Para mí, es un proceso que requiere comprensión y consciencia. Es un camino que, una vez lo inicias, te lleva a soltar cada vez más. En ese proceso, empiezan a suceder sorpresas, coincidencias, sincronizaciones y, al final, ➡️ magia.
¿Cómo empezar? ¿Cómo aprender a respetarte?
Empieza con estos tres pasos poderosos:
1. ME ACEPTO A MÍ MISMA
Con todo lo que soy: mis virtudes, mis ‘fallos’, los kilos de más, mi procrastinación, mi barriga, mi impotencia, mi enfermedad, mi historia de relaciones abusivas, mi familia complicada… Me acepto con todo. Me acepto por completo. Puede que haya cosas de mí que no me gustan, pero me acepto. Acepto que hay aspectos que no entiendo, que no me gustan, que quisiera cambiar, pero no rechazo nada. Porque, al final, si algo forma parte de mí, no aceptarlo es como rechazarme a mí misma. Eso nunca puede ser bueno.
¿Cómo voy a vivir plena y satisfecha si detesto una parte integral de mí? Es imposible. Tengo que aceptar mis kilos de más para poder perderlos.
2. ME PERDONO
¿Por qué te resulta tan fácil perdonar a tu hijo, a tu pareja, a tu madre o a tu hermano por no ser perfectos? ¿En qué te beneficia ser tan dura contigo misma? ¿Alguna vez te ha traído algo positivo? ¿El perfeccionismo te ha ayudado a conseguir tus objetivos? ¿A crear hábitos saludables?
Reflexiona y empieza a tratarte con más cariño, como a un buen amigo. Recuerda lo bueno que eres. Perdónate porque, en cada momento de tu vida, has hecho lo mejor que podías con lo que sabías. No puedes hacer algo que no sabes, ¿verdad?
Hoy es fácil juzgarte por algo del pasado, pero es porque ahora tienes un conocimiento que antes no tenías. Mi consejo: para ya. Date un abrazo, perdónate y empieza a disfrutar de lo que eres, en lugar de vivir en un castigo permanente.
3. ME AGRADEZCO A MÍ MISMA
No al sol, no a Dios, no a mi mamá ni al gobierno de Catalunya. A mí misma. Suena raro, ¿no? Normalmente, los posts en Instagram te aconsejan escribir un diario de gratitud para agradecer por lo que tienes. Yo, en cambio, soy partidaria de agradecerme a mi misma.
Este pequeño sentimiento, que va creciendo en tu corazón cuando empiezas a notar las cosas que estás creando, es muy poderoso. Puede mover montañas. ¡Pruébalo y luego me cuentas!
Si este ejercicio te resulta difícil, escribe lo que sientes en tu libreta cada día y, después de unas semanas, vuelve a leerlo. Todo se aclarará: por qué te castigas, cómo te exiges tanto, y a quién culpas más que a nadie.
Quien juzga, exige y ridiculiza a los demás es, muchas veces, su propio juez más severo. Así que… reflexiona.
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Si sigues con dudas, si quieres cambiar pero sientes que hay bloqueos que no identificas, cuéntame tu historia. Podemos explorar juntos, ya sea con constelaciones, regresiones u otros rituales chamánicos y herramientas de terapia natural, para ayudarte a recuperar el disfrute de la vida.
¿Te interesa?